martes, 2 de febrero de 2010

LA LEYENDA MASONICA - en you tube -


CAPITULO II

Toda evolución mística tiene su leyenda, que nos relata en simbólico lenguaje su relativa posición en el orden cósmico y el ideal que trata de realizar.
El Antiguo Testamento, que contiene la enseñanza del misterio atlante, nos dice que en principio el ser humano fue creado macho-hembra, bisexual, y cada individuo, era capaz de propagar la especie sin la cooperación de otro individuo, como todavía sucede hoy con muchas plantas. Más tarde según se nos informa, Jehová separó un polo de la energía creadora de Adám, símbolo de la primitiva humanidad, de lo que resultaron los dos sexos.
La enseñanza esotérica complementa esta información y afirma que la finalidad de dicha mudanza fue utilizar un polo de energía creadora en la construcción de un cerebro y una laringe por medio de los cuales pudiera el linaje humano adquirir conocimiento y expresarse en palabras. La íntima relación entre el cerebro, la laringe y los genitales es evidente para quien quiera que someramente observe sus funciones. El cambio de la voz del niño al llegar a la pubertad, las balbucientes palabras de los mentalmente anormales y muchos otros fenómenos que podríamos citar, demuestran dicha afirmación.
Según la Biblia, les estaba prohibido a nuestros primeros padres comer del fruto del Árbol del Conocimiento; pero Eva, seducida por la serpiente, comió del fruto y después indujo al hombre a seguir su ejemplo. De algunos pasajes de la Biblia cabe inferir quienes eran las serpientes y cual el árbol del conocimiento. Por ejemplo, Cristo exhortó a sus discípulos a que fueran “prudentes como serpientes y cándidos como palomas”. En la llamada maldición que Jehová fulminó contra Eva después de su culpa, se dice que pariría sus hijos con dolor y la raza humana quedaría sujeta a la muerte.
Siempre tropezaron los comentadores de la Biblia con la dificultad de descubrir la relación que pueda haber entre el comerse una manzana, el parto doloroso y la muerte; pero cuando nos familiarizamos con los castos eufemismos de la Biblia que designa el acto procreador con expresiones tales como: “Adán conoció a Eva, la cual concibió y parió a Caín”; Adán conoció a Eva, la cual concibió y parió a Abel”; “¿Cómo será esto?, Porque no conocí Varón”, etc., resulta evidente que árbol del conocimiento es una simbólica expresión del acto procreador. Así vemos que las serpientes enseñaron a Eva como efectuar el acto procreador, y que Eva instruyó a Adán. Por lo tanto, Cristo, aún reconociendo la sabiduría de las serpientes, las consideró dañinas. Para identificar las serpientes es necesario recurrir a las enseñanzas esotéricas, que las señala como marcianos espíritus de Lucifer, gobernadores del serpentino signo Escorpión. Sus iniciados, aún en época posterior como la de las dinastías egipcias, llevaban en la frente el Uraeus o serpiente simbólica, en señal de la fuente u origen de su sabiduría.
A consecuencia del subrepticio uso del poder creador, cesó la humanidad de ser etérea y se concretó en las vestiduras de la piel o cuerpo físico que oculta a su vista los dioses que moran en los reinos invisibles. Muchos les afligió esta pérdida.
La generación había sido originariamente establecida por los ángeles fieles a Jehová. Se efectuaba entonces en grandiosos templos favorecida por propicias condiciones planetarias, y el parto era indolente, como todavía lo es hoy en los animales silvestres que no abusan de la unción creadora para halago de la sensualidad.
La degeneración resultó del ignorante y subrepticio abuso iniciado por los espíritus de Lucifer.
La regeneración ha de tener por objeto restituir al hombre a su perdido estado de ser espiritual y librarlo del cuerpo mortal donde está ahora enquistado. La muerte ha de transmutarse en inmortalidad.
Para lograr este objeto, se estipuló un pacto con la humanidad al expulsarla del Edén y que peregrinará por los páramos del mundo. De conformidad con este pacto, fue construido un Tabernáculo se colocó un arca simbólica del espíritu humano. Nunca se desarmaba el arca, para denotar que el hombrees un peregrino en la tierra y no puede descansar hasta que llegue a su meta. Dentro del arca había un vaso con maná caído del cielo, símbolo del hombre caído de su espiritual estado, y las tablas de la ley divina que el hombre había de aprender durante su peregrinación por el desierto de la materia. También contenía esta simbólica arca una vara mágica, llamada vara de Aarón, emblema del espiritual poder latente en todo ser humano que navega hacia el puerto de descanso o místico templo de Salomón.
El antiguo Testamento también nos dice como la humanidad fue milagrosamente guiada y protegida, y cómo después de guerrear en el mundo disfrutó de paz y prosperidad bajo el rey Salomón. En resumen, despojado el relato de todos sus adornos retóricos, nos refiere los hechos más notables del descenso del hombre del cielo, sus principales metamorfosis, su transgresión de las leyes de Jehová, como lo guió Jehová en el pasado y lo guiará en el porvenir hasta que alcance el reino de los cielos, la tierra de paz, y de nuevo obedezca dócilmente los mandatos del divino gobernador. La leyenda masónica tiene puntos de coincidencia y de discrepancia respecto del relato bíblico. La leyenda masónica dice que Jehová creó a Eva, que el luciferario espíritu Samael se ayuntó con ella, pero que fue expulsado por Jehová, quien lo separó de ella antes del nacimiento de su hijo Caín, al que por esto se le llamó hijo de la viuda.
Después Jehová creó a Adán para que fuera el marido de Eva, de cuya unión nació Abel. Así desde un principio hubo dos linajes de gente en el mundo. Los engendrados por el luciferario espíritu de Samael y participantes de una semidivina naturaleza empapada de la dinámica energía marciana, que heredaron de su divino ascendiente, son agresivos, progresivos, dotados de grande iniciativa, pero rebeldes a todo freno de autoridad, tanto divina como humana. Este linaje de seres aborrece el aceptar nada por la sola fe, y propende a demostrarlo todo a la luz de la razón. Creen por las obras y no por la fe, y con su indomable valor e inextinguible energía han trasmutado la aridez de los desiertos del mundo en un jardín henchido de vida y belleza y tan ameno, que los hijos de Caín han olvidado el jardín del de Dios, el reino de los cielos desde donde los expulso el lunar dios Jehová, contra el que están constantemente en rebelión, porque los ató con el remolcador cordón umbilical. Han perdido la visión espiritual y están aprisionados en el cuerpo en cuya frente se dice que fue señalado Caín. Han de vagar como hijos pródigos en la relativa oscuridad del mundo material, olvidados de su alto y noble estado, hasta que encuentren la puerta del templo y soliciten recibir la Luz. Entonces, como francmasones o hijos de la luz, aprenderán los métodos de edificar un nuevo templo sin golpeteo de martillo, y cuando hayan aprendido podrán viajar por países extranjeros, para perfeccionarse en el arte. Significa esto que cuando el espíritu advierte que se halla lejos de su celestial morada; que es un pródigo que se alimenta de los insatisfactorios desperdicios del mundo material; que separado de su Padre está pobre, desnudo y ciego; cuando llama a la puerta de un templo místico como el de los Rosacruces y pide luz; cuando recibes las deseadas instrucciones después de aprobado por haber construido un cuerpo etéreo para el alma, un templo o casa eterna en los cielos, no con fábrica de manos ni con son de martillo, cuando esta casa cubre su desnudez, entonces el neófito recibe la palabra, el ábrete sésamo de los mundos interiores y aprende a viajar por los extranjeros países de los mundos invisibles. De allí se remonta el alma a las celestes regiones y se capacita para llegar a grados superiores bajo la más directa instrucción del Gran Arquitecto del Universo, que construyó los cielos y la tierra. Tal es el temperamento de los hijos de la viuda, heredado de su divino progenitor Samael e infundido por él en Caín. El pasado de los hijos de la viuda es una lucha contra las adversas condiciones y su hazaña es la victoria conseguida contra todas las fuerzas hostiles por el indomable valor y persistente esfuerzo que no lograron debilitar las temporáneas derrotas.
Por otra parte, mientras Caín, guiado por divina ambición, cultivaba el suelo para medrarán dos briznas de hierba donde sólo crecía una, Abel, la progenie humana de padres humanos, no experimentaba inquietud ni excitación alguna, pues era una criatura de Jehová por mediación de Adán y Eva, y se contentaba con apacentar los rebaños, también creados por Dios, y de ellos mantenerse y multiplicarlos sin trabajo ni iniciativa por su parte.
Esta dócil actitud placía sumamente al Dios Jehová,| que era en extremo celoso de sus prerrogativas como Creador. Así es que aceptaba cordialmente las ofrendas de Abel, obtenidas sin esfuerzo ni iniciativa, y desdeñaba las ofrendas de Caín, porque procedían de su propio instinto creador, semejante al de Jehová. Entonces Caín mató a Abel; más no por
ello exterminó a las dóciles criaturas de Jehová, porque dice el texto bíblico que Adán conoció a Eva, que parió a Seth, el cual tenía las mismas características de Abel y las trasmitió a sus descendientes, quienes hasta el día de hoy continúan esperándolo todo del Señor y viven por la fe y no por las obras.
Por ardua y enérgica aplicación al trabajo del mundo, los hijos de Caín habían adquirido mundanal sabiduría y temporal poder. Habían sido próceres de la industria y maestros en el arte de gobernar, mientras que los hijos de Seth, tomando al Señor por guía, llegaron a ser conducto o canal de la sabiduría divina y constituyeron el sacerdocio.
La animosidad entre Caín y Abel se ha perpetuado de generación en generación entre sus respectivos descendientes. No podía ser de otro modo, porque los hijos de Caín, como gobernantes temporales, aspiraban a realizar a realizar a la humanidad el bienestar físico por medio de la conquista del mundo material, mientras que los sacerdotes, en su papel de guías espirituales, excitaban a las gentes al abandono del malvado mundo, del valle de lágrimas y buscar consuelo en Dios.
Los hijos de Caín aspiran a formar operarios hábiles en el manejo de las herramientas con que puedan obtener sustento de la tierra de maldita por su divino adversario Jehová.
Los hijos de Seth producen maestros de la magia, hábiles en el uso de la lengua para invocaciones, y con el uso de la lengua obtienen de los trabajadores el sustento, y por ellos ruegan aquí en la tierra y después en el cielo.
Respecto al porvenir que aguardan a los hijos de Caín y sus adictos, es también elocuentísima la leyenda del templo. Dice, que de Caín descendieron Methusael, inventor de la escritura; Tubal-Caín, hábil artífice en metales; y Jubal, inventor de la música. Así tenemos que los hijos de Caín fueron los inventores de las artes e industrias. Por lo tanto, cuando Jehová escogió a Salomón, vástago de la raza de Seth, para que edificase una casa en su honor, la sublime espiritualidad de una dilatada estirpe de descendientes divinamente guiados, floreció en el proyecto del magnifico templo llamado Templo de Salomón, aunque Salomón sólo fue instrumento para llevar a cabo el divino plan revelado por Jehová a David. Pero Salomón era incapaz de dar forma concreta y material al proyecto, y así necesitó el auxilio de Hiram, rey de Tiro y descendiente de Caín, quien escogió a Hiram Abiff, el hijo de la viuda (según se llaman todos los francmasones a causa de la relación de su divino progenitor con Eva), por jefe de los operarios, pues en él se compendiaban y florecían las artes e industrias de cuanto hijos de Caín le habían precedido. Aventajaba a todos en habilidad de obra mundana, sin la cual el plan de Jehová hubiera sido siempre un divino sueño sin jamás concretarse en realidad. El mundano ingenio de los hijos de Caín era tan necesario para la construcción de este templo como el espiritual proyecto de los hijos de Seth; y por lo tanto, durante el período de construcción, ambos linajes mancomunaron sus fuerzas, encubriendo bajo superficial capa de amistad su íntima hostilidad.
Fue el primer intento de unión entre ellos, y si se hubiese realizado, de cierto cambiara desde entonces de muy material manera la historia del mundo.
Los hijos de Caín, como descendientes del ígneo Lucifer, eran muy diestro en el uso del fuego, y por medio de este elemento convirtieron en altares, vasos sagrados y jofainas los metales atesorados por Salomón y sus antecesores. Bajo la dirección de Hiram Abiff se construyeron columnas y los arcos sobre ellas. El grandioso edificio estaba ya casi terminado, cuando dispuso que se fundiera el “mar de bronce”, que había de ser el coronamiento y obra maestra de su labor. En la construcción de esta magna obra se manifestó la traición de los hijos de Seth y frustró el divino plan de reconciliación. Trataron de apagar el fuego empleado por Irma, con su natural arma el agua, y por poco lo consiguen.
Los incidentes que provocaron esta catástrofe, su significado y consecuencias se relatarán en el siguiente capítulo.

del libro "La Masonería y el Catolicismo" y "Cartas Rosacruces", de Max Heindel
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