martes, 2 de febrero de 2010

EL MAR DE BRONCE - en you tube -

CAPITULO IV


EL MAR DE BRONCE

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Así como los dones espirituales de los hijos de Seth culminaron en Salomón, el más sabio de los hombres, y le capacitaron para concebir y proyectar un maravilloso templo, según el plan de Jehová su creador, así también Hiram, el sagaz artífice, reunía en sí la consumada habilidad de una larga ascendencia de operarios. Poseía la concentrada quintaesencia del material conocimiento adquirido por los hijos de Caín, mientras transmutaban la incultura del mundo en definitiva civilización, y esta superlativa habilidad se complugó en edificar el templo de Salomón.
Así este espléndido edificio fue la obra maestra de ambos linajes la concreción de la sublime espiritualidad de los sacerdotes o hijos de Seth, combinada con la superlativa habilidad de los artífices o hijos de Caín.
Hasta este punto correspondía a unos y otros por igual el honor y el esfuerzo de la obra. Salomón estaba satisfecho. Había realizado el proyecto que se le encomendara y tenía un lugar de adoración digno del Señor a quien veneraba. Pero Hiram no estaba satisfecho. Equipado con el arte de los siglos había construido una incomparable obra maestra de arquitectura.
Pero el proyecto no era suyo. El había sido tan solo el instrumento del invisible arquitecto Jehová que actuaba por medio de Salomón. Esto mortificaba su animo porque le era tan necesaria la originalidad como la inspiración.
En la antiquísima edad en que Caín y Abel se hallaron primeramente sobre la tierra, Abel se satisfacía con apacentar los rebaños creados por Jehová, lo mismo que le había creado a él y a sus padres Adán y Eva; pero en Caín, de progenie semidivina, como hijo del luciferario espíritu Samael y de _Eva, creada por Jehová, ardía el divino incentivo del esfuerzo original; y en consecuencia, para dar expresión a este instinto creador, labró la tierra de modo que donde antes sólo medraba una brizna de hierba, medraron dos.
Como Hiram era el foco de las heredadas artes de Caín, estaba poseído del espíritu de Samael, proporcionalmente intensificado y, por lo tanto, le consumía el vehementísimo anhelo de añadir al templo algo que en belleza e importancia eclipsara al resto del edificio. De las cavilaciones de su espíritu nació la idea del MAR DE BRONCE y procedió a realizar este magno proyecto, aunque cielo y tierra suspendieran empavorecidos el aliento ante tan audaz propósito.
Muy poco nos dice la Biblia acerca del mar de bronce. El capitulo cuarto del segundo libro de las Crónicas refiere que Hiram construyó la gran pila llamada mar de bronce o también mar de fundición, que era de muy considerable tamaño y estaba asentada sobre doce bueyes dispuestos con la cabeza en la periferia y las traseras hacia el centro. Estaba destinado exclusivamente a los sacerdotes. Muchos más añade la Biblia en termino que podrían aturdir al lector, pero las características que acabamos de apuntar demuestran la señalada importancia de la pila o mar de bronce, según veremos al comparar el relato masónico con las veladas palabras de la Biblia.
Dice la masónica narración: Cuando Hiram hubo terminado el templo comenzó a fundir los diferentes vasos requeridos por el servicio, según los diseños trazados por Salomón como intermediario agente de Jehová. El mayor y principal de estos vasos era la gran pila destinada a contener el baño de la purificación a que todos los sacerdotes se habían de someter antes de entrar en el servicio del Señor. Esta pila y los vasos menores fueron felizmente fundidos por Hiram, según relata la Biblia. Pero hay una muy importante distinción entre la pila y el mar de bronce proyectado por Hiram para contenido, y hasta que no se hubiese derramado carecía la pila de propiedades purificadoras y sería tan incapaz de lavar las manchas del alma como una pila vacía las del cuerpo. Ni el mismo Salomón conocía la Palabra para esta admirable obra. Únicamente Hiram la conocía. Aquella obra había de ser su obra maestra y si con feliz éxito se realizaba, su arte lo elevaría sobre la humanidad y lo haría tan divino como el Elohim Jehová. Su divino progenitor Samael había asegurado a la madre Eva que si comia del árbol del conocimiento sería tan divina “como los Elohim”.
Durante siglos habían trabajado en el mundo sus antepasados y gracias a la acumulada habilidad de los hijos de Caín, se había erigido un edificio donde Jehová se ocultaba “tras el velo”, y únicamente se comunicaba con los sacerdotes, hijos de Seth. A los hijos de Caín se les arrojaba del templo que habían construido, como su padre Caín fue expulsado del jardín que cultivara. Hiram consideraba todo esto como una tropelía y una injusticia, por lo que se ocupó en preparar los medios de que los hijos de Caín pudiesen “rasgar el velo” y abrir el camino para llegar a Dios “quien mucho lo desease”. A este fin despacho por todo el mundo mensajeros que recogiesen todos los metales en que siempre habían trabajado los hijos de Caín. Pulverizó los metales con su martillo y echólos en un ardiente horno para extraer alquímicamente de cada partícula la quintaesencia del conocimiento derivado de la experiencia de trabajarlos. De esta suerte, la combinada quintaesencia de los diversos bajos metales formaría un espiritual sublimado de conocimiento de incomparable potencia y más valioso que todos los tesoros de la tierra. Por ser de ultérrima pureza seria incoloro y semejante a un “mar de cristal”. Quienquiera que en él se lavase quedaría dotado de perpetua juventud y ningún filosofo podría comparársele en sabiduría. Esta “blanca piedra” del conocimiento le capacitaría para levantar el velo de lo invisible y ponerse en contacto con las súper-humanas Jerarquías que actúan en el mundo con una potencialidad insospechada por las gentes.
Las tradiciones masónicas nos presentan a Hiram tan perfectamente dispuesto, que el éxito hubiera sido seguro a no triunfar la traición; pero los incompetentes artesanos a quienes Hiram no había podido iniciar en los grados superiores conspiraron para poner Agua en la pila destinada a recibir el mar de bronce, porque sabían que el Hijo del Fuego no era diestro en la manipulación el elemento ácueo y no podría interponerlo en su maravillosa aleación. De esta suerte, frustrando el acariciado proyecto de Hiram y estropeando su obra maestra, trataban de vengarse del Maestro.
Salomón estaba secretamente enterado de la siniestra maquinación, pero los celos despertados por el desaire de la reina de Saba le ataban la lengua y paralizaban el brazo, porque esperaba que fracasado el ambicioso plan de Hiram, el afecto de la reina se apartaría de su humillado rival y recaería de nuevo en él. Por lo tanto, cerró ojos y oídos a la maquinación y a los maquinadores.
Cuando el confiado Hiram quitó los tapones, el chorro de ardiente metal se mezcló con el agua, y el rugido de los hirviente líquidos en tremenda oposición pareció estremecer el cielo y la tierra. Hiram ocultó su rostro al ver el pavoroso estrago; y entonces, salida del centro del bramante fuego, oyó la voz de Tubal Caín, que le mandaba sumergirse en le mar de bronce.
Lleno de fe en su antepasado, obedeció Hiram arrojándose intrépidamente al fuego, y pasando por el desintegrado fondo de la pila, fue conducido felizmente a través de nueve capas semejantes a arcadas hasta el centro de la tierra donde se halló en presencia de Caín, el fundador de su linaje, quien le dio instrucciones para mezclar el agua y el fuego, y le proporcionó UN NUEVO MARTILLO Y UNA NUEVA PALABRA para obtener la mezcla. Caín previó el porvenir y anunció una profecía que se ha cumplido en parte; la parte restante se está cumpliendo día tras día, y se cumplirá seguramente según transcurra el tiempo.
Así dijo Caín:
“Tu, Hiram, estás destinado a morir sin ver realizadas tus esperanzas; pero a la viuda le nacerán muchos hijos que mantendrán viva tu memoria en el rodar de los siglos y al fin aparecerá uno mayor que tú. No despertarás hasta que el León de Judá te levante con el poderoso zarpazo de sus garras. Hoy recibiste el bautismo de fuego; pero El te bautizará con Agua y con Espíritu; a ti y a todo hijo de la viuda que a El vaya. Será mayor que Salomón y edificará una nueva ciudad y un nuevo templo en donde adoren las naciones. Los hijos de Caín y los hijos de Seth se encontrarán en Paz en el mar de cristal. Y así como Melquisedec rey de Salem (1) y sacerdote de Dios ministró a Abraham, el padre de las naciones, cuando la humanidad estaba todavía en la infancia, así la nueva Luz reunirá en sí los dos oficios de rey y de sacerdote del orden de Melquisedec. Juzgará a las naciones con la ley de amor y al que venciere se le dará una piedrecita blanca y en ella grabado un nombre que servirá de palabra de pase para entrar en el templo, donde verá al Rey cara a cara”.
Hiram fue conducido de nuevo a la superficie de la tierra, y al apartarse de la escena de sus desvanecidos anhelos le asaltaron los conspiradores y le hirieron mortalmente; pero antes de morir pudo ocultar el martillo y el disco en que había inscrito la Palabra. Nadie los encontró hasta siglos después cuando Hiram, el hijo de la viuda, renació en la persona de Lázaro y fue amigo y discípulo del León de Judá, quien lo resucitó por medio de la iniciación. Al encontrar el martillo vióse que había tomado forma de cruz y que el disco se había convertido en rosa. Así fue que Hiram ocupó un lugar entre los inmortales con el nuevo y simbólico nombre de Christian Rosenkreuz Fundó la Orden de los constructores de templos que lleva su nombre, y a los aspirantes a esta Orden se les instruye todavía en la manera de fundir los bajos metales y fabricar la piedra blanca. En los siguientes capítulos explicaremos la simbología de todo lo expuesto.

(١) Salem significa paz

del libro "La Masonería y el Catolicismo" y "Cartas Rosacruces", de Max Heindel
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