martes, 2 de febrero de 2010

LA MASONERÍA Y EL CATOLICISMO


LA MASONERÍA Y EL
CATOLICISMO
Por
Max Heindel

Exposición de las verdades cósmicas subyacentes en estas dos grandes instituciones,
determinadas por la investigación oculta.

THE ROSICRUCIAN FELLOWSHIP

Mt. ECCLESIA

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LUCIFER, EL ANGEL REBELDE - en you tube -


CAPITULO PRIMERO
LUCIFER, EL ÁNGEL REBELDE

en you tube, desde aquí
https://www.youtube.com/watch?v=tsyjFwW5ogU&feature=youtu.be

La Confraternidad de los Rosacruces aspira a educar y construir, a ser caritativa aun con aquellos que de ella difieren y nunca derramar la ponzoña del vituperio, el rencor o la malignidad ni aun sobre quienes parecen deliberadamente determinados a la perversión. Nosotros reverenciamos a la religión católica, porque es esencialmente divina como lo es la mística masonería, pues ambas tienen sus raíces en la remotísima antigüedad, ambas nacieron para favorecer las aspiraciones de la militante alma, y ambas tienen un mensaje y una misión que cumplir en el mundo, aunque hoy día no se manifiesta ostensiblemente, porque las ceremonias inventadas por los hombres encubren como una costra el meollo divino de cada una de ellas.
El objeto de este libro es arrancar la costra y exponer la cósmica finalidad de dichas dos poderosas instituciones que tan enconadamente antagónicas se muestran una a la otra. Sin embargo, no intentamos reconciliarlas, porque si bien ambas están destinadas a promover la emancipación del alma alimentada por uno de los métodos serán muy distintos de las cualidades del alma nutrida en una otra escuela. Por lo tanto, la lucha ha de proseguir hasta que halla sido perdida o ganada la batalla por la conquista de las almas de los hombres. Sin embargo, el resultado de la batalla no significará la persistencia de la institución católica o de la masónica, sino que determinará la índole de las enseñanzas que la humanidad ha de recibir en los restantes períodos de evolución.
Trataremos de demostrar la raíz cósmica de ambas instituciones, la finalidad de cada una de ellas y las enseñanzas que inaugurará la que resulte vencedora, así como también indicaremos la índole de las cualidades del alma según cada uno de los métodos. El autor no es masón, y así está en libertad de publicar lo que sabe, sin temor a quebrantamiento de
obligaciones; pero es masón de corazón, y por lo tanto francamente opuesto al catolicismo.
Pero nuestra oposición no es fanática ni desconoce los méritos de la religión católica. Tanto los católicos como los masones son nuestros hermanos. Nada diremos en menosprecio o irreverencia de la fe católica ni de quienes la profesan, y si en algún pasaje hay algo que tal parezca, será por inadvertencia.
Ha de tener muy en cuenta el lector que distinguimos rigurosamente entre la jerarquía católica y la religión católica, aunque también los clérigos son hermanos nuestros; pero ni física ni moralmente arrojaremos piedras contra ellos, porque demasiado bien conocemos nuestros defectos para atacar a los demás. Por lo tanto, nuestra oposición no es personal, sino espiritual y esgrimiremos el arma del espíritu razonador. Creemos firmemente que para el perdurable bien de la humanidad han de vencer los masones y, por lo tanto, no sería acertado presentar el catolicismo desde un punto de vista parcial y sectario, sino que los estudiantes para quienes se ha escrito este libro puedan estar seguros de que seremos justos. Tenemos la certeza de las verdades cósmicas que exponemos, pero como fuera posible que se deslizase algún error en nuestras conclusiones, cada cual ha de comprobar con su propia razón cuanto digamos, según el consejo: “Escudriñadlo todo y escoged lo bueno”.
La gran ley de analogía es por doquiera la clave de todos los misterios espirituales, y aunque el catolicismo y la masonería no comienzan hasta que la humana evolución llega al período terrestre, tienen su prototipo en períodos anteriores y, por lo tanto, examinaremos someramente los hechos capitales.
En el período saturniano, la Tierra, en formación, estaba en tinieblas.
El Calor, primera manifestación del siempre invisible fuego, era entonces el único elemento manifiesto. La embrionaria humanidad tenía aspecto mineral, el único reino inferior en que evolucionaba la unidad, y los Señores de la Mente, a la sazón humanos, estaban unánimes entre sí.
Las enseñanzas de la sabiduría occidental dan el nombre de El Padre al supremo iniciado del período saturniano.
En el período solar se desenvolvió la raíz de un nuevo elemento, el Aire, que se entrefundió con el invisible fuego manifestado como calor en el período saturniano. Entonces el fuego brotó en llamas y el tenebroso mundo se convierte en un ardiente globo de ígnea neblina por virtud de la palabra de poder: Hágase la luz.
Conviene considerar detenidamente la relación entre fuego y llama.
El fuego está latente, dormido, invisible en todas las cosas y brota de ellas por varios medios: por percusión del martillo en la piedra, por roce de madera con madera, por combinación química, etc. Esto nos da un indicio de la identidad y estado del Padre “a quien jamás vio hombre alguno”, pero que está revelado en la “Luz del Mundo”, en el Hijo, el supremo iniciado del período solar. Así como el invisible fuego se manifiesta en la llama, así también la plenitud del Padre mora en el Hijo, y ambos son uno, como uno es el fuego con la llama en que se manifiesta. Tal es fundamento del verdadero culto al Sol o al Fuego, que trasciende todo símbolo físico y adora a “Nuestro Padre que está en el cielo”. Los masones míticos de hoy día mantienen tan firme como siempre esta fe en el fuego.
Así vemos que la unidad prevaleciente en el período saturniano prosigue en el período solar. La ordinaria humanidad de aquel tiempo había ya evolucionado hasta el esplendor de los arcángeles, y aunque unos estaban más adelantados que otros, no había antagonismo entre ellos. La actual humanidad había alcanzado entonces el estado vegetal, en un nivel poco superior a la nueva oleada de vida surgida en el período solar, y también aquí prevalecía la unidad.
En el período lunar, el contacto de la ígnea esfera con el frío espacio engendró la humedad y comenzó con toda su fiereza la lucha de los elementos. El ardiente globo de fuego procuraba evaporar la humedad, empujándola hacia fuera para producir un vacío en donde mantener su integridad sin que nada perturbara su violencia; pero como en la Naturaleza no existe ni puede existir el vacío, sucedió que la corriente impelida hacia fuera se condensó a cierta distancia del globo ígneo y fue de nuevo empujada hacia adentro por el frío espacio, para ser después evaporada e impelida otra vez hacia fuera en incesante vaivén durante siglos de siglos como un rehilete entre las distintas Jerarquías espirituales constituyentes de los diversos reinos de Vida, representados en la ígnea Esfera y el Espacio cósmico, el cual es una expresión del homogéneo y absoluto Espíritu.
Los espíritus ígneos se esfuerzan vehementemente en obtener amplitud de conciencia; pero lo Absoluto permanece siempre envuelto en la invisible vestidura del espacio. En lo Absoluto están latentes todas las potencias y posibilidades, y procura contrariar cualquier intento de consumir energía latente como dinamismo exigido por la evolución de un sistema solar. El agua es el agente que lo Absoluto emplea para apagar el fuego de los activos espíritus. La zona comprendida entre el cálido centro del separado Espíritu de la Esfera y el Punto en donde su individual atmósfera encuentra el Espacio cósmico es un campo de batalla de evolucionantes espíritus en diversas etapas de evolución.
Los que ahora son ángeles fueron hombres en el período lunar y el supremo iniciado es el Espíritu Santo (Jehová).
Así como nuestra humanidad y los otros reinos de vida en la tierra están diversamente afectados por los distintos elementos, de modo que unos prefieren el calor, otros el frío, algunos medran en la humedad y otros requieren sequedad, así también entre los ángeles del período lunar, unos tenían afinidad por el agua, y otros la aborrecían y gustaban del fuego.
Los continuados ciclos de condensación y evaporación de la humedad que circundaba la ígnea esfera, llegaron a producir incrustaciones, y Jehová se propuso modelar esta “tierra roja” llamada Adám, en formas donde aprisionar y apagar los espíritus del fuego. A este fin pronunció el creador fiat y aparecieron los prototipos de los peces, aves y de todos los seres vivientes, incluso la primitiva forma humana, todas las cuales fueron creadas por Sus ángeles; y de este modo esperaba someter a Su voluntad todo cuento vive y se mueve.
Contra este plan se revelaron una minoría de ángeles que tenían demasiada afinidad con el fuego para soportar el contacto con el agua, y se negaron a crear las formas según se les había ordenado; pero con ello se privaron al propio tiempo de la oportunidad de evolucionar en determinado sentido y llegaron a ser una anomalías en la Naturaleza, aparte de que por haber repudiado la autoridad de Jehová debieron esforzarse por su propia cuenta en lograr la salvación.
En los siguientes capítulos veremos cómo lo consiguió Lucifer, el caudillo de los ángeles rebeldes; por de pronto baste decir que en el período terrestre, cuando varios planetas estaban diferenciándose para proporcionar adecuado ambiente de evolución a cada clase de espíritus, los ángeles obedientes a Jehová comenzaron a actuar con los habitantes de los planetas que poseen satélites, mientras que Lucifer y sus ángeles tuvieron su morada en el planeta Marte. El ángel Gabriel representa la tierra la Jerarquía lunar presidida por Jehová; y el ángel Samael es el embajador de las marcianas fuerzas de Lucifer. Por lo tanto, Gabriel (el que anunció a María el nacimiento de Jesús) y sus ángeles lunares son los donantes de la vida física, mientras Samael y las huestes de Marte son los ángeles de la Muerte.
Así se origino la contienda en la tenue aurora de aquel día cósmico, y actual Francmasonería es el intento realizado por los Jerarcas del Fuego, los espíritus de Lucifer, para proporcionarnos el aprisionado espíritu “Luz” que nos permita ver y conocer. El catolicismo es una actividad de los Jerarcas del Agua, y por esto coloca en las puertas de sus templos el agua bendita para amortiguar a los espíritus anhelosos de luz y conocimiento e infundirles fe en Jehová.
Así como el equinoccio de primavera ocurre en el primer punto de Aries, independientemente del lugar que ocurra entre las constelaciones por efecto de la procesión, así el primer punto de Cáncer es el punto en donde el átomo- simiente humano llega del mundo invisible y lo toma en sus manos Jehová, el dios lunar de la generación por medio del embajador el ángel Gabriel. Es Cáncer el signo cardinal de la Triplicidad ácuea y está gobernado por la Luna. En este punto se efectúa la Concepción; pero si la forma estuviese construida únicamente con agua y sus concreciones, no podría jamás venir a la tierra; y así, cuatro meses más tarde, cuando el feto llega a la etapa de desenvolvimiento correspondiente al segundo signo de la triplicidad ácuea, o sea, escorpión, el octavo signo correspondiente a la casa de la muerte. Samael, el intrépido embajador de los espíritus de Lucifer, invade los ácueos dominios de la Jerarquía lunar e infunde la ígnea chispa del espíritu en la inerte forma para fermentarla, avivarla y moldearla en una expresión de sí misma Allí el Cordón plateado nacido del átomo-simiente del cuerpo denso(situado en el corazón) desde la concepción, se suelda con la parte brotada del vértice central del cuerpo de deseos (localizada en el hígado); y cuando el Cordón plateado queda atado por átomo-simiente de cuerpo vital(localizado en el plexo solar) el espíritu muere a la vida en el mundo suprasensible y anima el cuerpo que ha de usar en la inminente vida terrena. Esta vida terrena dura hasta que se han realizado todos los acontecimientos predichos en el horóscopo o rueda de la vida; y cuando el espíritu retorna al reino de Samael, el ángel de la muerte, a la mística octava casa, se suelta el cordón de plata, y el espíritu vuelve a Dios que se la dio, hasta que la aurora de otro día de vida en la escuela de la tierra le incita al renacimiento para acrecentar su habilidad en las artes y oficios de construcción del templo.
Unos cinco meses después de la avivación del feto, ya transpuesto el signo de Piscis, último de los ácueos, Samael, el representante de los espíritus de Lucifer, enfoca las fuerzas del ígneo signo de Aries, donde Marte está positivamente polarizado, de modo que por impulso de su dinámica energía se vacían las aguas de la matriz, y el aprisionado espíritu queda libre en el mundo físico para pelear las batallas de la vida. Puede ciegamente embestir de cabeza contra las fuerzas cósmicas representadas por el primer signo ígneo Aries o el Carnero, que simboliza la fuerza bruta con que las razas primitivas tratan los problemas de la vida; o bien puede adoptar el más moderno método de la astucia, como un medio de dominar a los demás, característica indicada por el segundo signo ígneo, Leo o el León, rey de los animales; o también puede sobreponerse a la naturaleza animal y apuntar a las estrellas con el arco de las aspiraciones espirituales, simbolizado por Sagitario, o el Centauro, el último signo ígneo. El Centauro está inmediatamente después del signo ácueo de Escorpión, para dar a entender que todo el que anhele alcanzar aquella última etapa y afirmar su divino derecho de elección y su prerrogativa como Fran Masón o hijo del fuego y de la luz, habrá de sentir seguramente en sus talones la picadura del escorpión que como acicate le hará apresurar el paso por el sendero que conduce a los hombres a “ser prudentes como serpientes”. De Esta clase se nutre la mística masonería con hombres que tienen el indomable valor de osar, la inquebrantable energía de hacer y la diplomática discreción de callar.

del libro "La Masonería y el Catolicismo" y "Cartas Rosacruces", de Max Heindel
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LA LEYENDA MASONICA - en you tube -


CAPITULO II

Toda evolución mística tiene su leyenda, que nos relata en simbólico lenguaje su relativa posición en el orden cósmico y el ideal que trata de realizar.
El Antiguo Testamento, que contiene la enseñanza del misterio atlante, nos dice que en principio el ser humano fue creado macho-hembra, bisexual, y cada individuo, era capaz de propagar la especie sin la cooperación de otro individuo, como todavía sucede hoy con muchas plantas. Más tarde según se nos informa, Jehová separó un polo de la energía creadora de Adám, símbolo de la primitiva humanidad, de lo que resultaron los dos sexos.
La enseñanza esotérica complementa esta información y afirma que la finalidad de dicha mudanza fue utilizar un polo de energía creadora en la construcción de un cerebro y una laringe por medio de los cuales pudiera el linaje humano adquirir conocimiento y expresarse en palabras. La íntima relación entre el cerebro, la laringe y los genitales es evidente para quien quiera que someramente observe sus funciones. El cambio de la voz del niño al llegar a la pubertad, las balbucientes palabras de los mentalmente anormales y muchos otros fenómenos que podríamos citar, demuestran dicha afirmación.
Según la Biblia, les estaba prohibido a nuestros primeros padres comer del fruto del Árbol del Conocimiento; pero Eva, seducida por la serpiente, comió del fruto y después indujo al hombre a seguir su ejemplo. De algunos pasajes de la Biblia cabe inferir quienes eran las serpientes y cual el árbol del conocimiento. Por ejemplo, Cristo exhortó a sus discípulos a que fueran “prudentes como serpientes y cándidos como palomas”. En la llamada maldición que Jehová fulminó contra Eva después de su culpa, se dice que pariría sus hijos con dolor y la raza humana quedaría sujeta a la muerte.
Siempre tropezaron los comentadores de la Biblia con la dificultad de descubrir la relación que pueda haber entre el comerse una manzana, el parto doloroso y la muerte; pero cuando nos familiarizamos con los castos eufemismos de la Biblia que designa el acto procreador con expresiones tales como: “Adán conoció a Eva, la cual concibió y parió a Caín”; Adán conoció a Eva, la cual concibió y parió a Abel”; “¿Cómo será esto?, Porque no conocí Varón”, etc., resulta evidente que árbol del conocimiento es una simbólica expresión del acto procreador. Así vemos que las serpientes enseñaron a Eva como efectuar el acto procreador, y que Eva instruyó a Adán. Por lo tanto, Cristo, aún reconociendo la sabiduría de las serpientes, las consideró dañinas. Para identificar las serpientes es necesario recurrir a las enseñanzas esotéricas, que las señala como marcianos espíritus de Lucifer, gobernadores del serpentino signo Escorpión. Sus iniciados, aún en época posterior como la de las dinastías egipcias, llevaban en la frente el Uraeus o serpiente simbólica, en señal de la fuente u origen de su sabiduría.
A consecuencia del subrepticio uso del poder creador, cesó la humanidad de ser etérea y se concretó en las vestiduras de la piel o cuerpo físico que oculta a su vista los dioses que moran en los reinos invisibles. Muchos les afligió esta pérdida.
La generación había sido originariamente establecida por los ángeles fieles a Jehová. Se efectuaba entonces en grandiosos templos favorecida por propicias condiciones planetarias, y el parto era indolente, como todavía lo es hoy en los animales silvestres que no abusan de la unción creadora para halago de la sensualidad.
La degeneración resultó del ignorante y subrepticio abuso iniciado por los espíritus de Lucifer.
La regeneración ha de tener por objeto restituir al hombre a su perdido estado de ser espiritual y librarlo del cuerpo mortal donde está ahora enquistado. La muerte ha de transmutarse en inmortalidad.
Para lograr este objeto, se estipuló un pacto con la humanidad al expulsarla del Edén y que peregrinará por los páramos del mundo. De conformidad con este pacto, fue construido un Tabernáculo se colocó un arca simbólica del espíritu humano. Nunca se desarmaba el arca, para denotar que el hombrees un peregrino en la tierra y no puede descansar hasta que llegue a su meta. Dentro del arca había un vaso con maná caído del cielo, símbolo del hombre caído de su espiritual estado, y las tablas de la ley divina que el hombre había de aprender durante su peregrinación por el desierto de la materia. También contenía esta simbólica arca una vara mágica, llamada vara de Aarón, emblema del espiritual poder latente en todo ser humano que navega hacia el puerto de descanso o místico templo de Salomón.
El antiguo Testamento también nos dice como la humanidad fue milagrosamente guiada y protegida, y cómo después de guerrear en el mundo disfrutó de paz y prosperidad bajo el rey Salomón. En resumen, despojado el relato de todos sus adornos retóricos, nos refiere los hechos más notables del descenso del hombre del cielo, sus principales metamorfosis, su transgresión de las leyes de Jehová, como lo guió Jehová en el pasado y lo guiará en el porvenir hasta que alcance el reino de los cielos, la tierra de paz, y de nuevo obedezca dócilmente los mandatos del divino gobernador. La leyenda masónica tiene puntos de coincidencia y de discrepancia respecto del relato bíblico. La leyenda masónica dice que Jehová creó a Eva, que el luciferario espíritu Samael se ayuntó con ella, pero que fue expulsado por Jehová, quien lo separó de ella antes del nacimiento de su hijo Caín, al que por esto se le llamó hijo de la viuda.
Después Jehová creó a Adán para que fuera el marido de Eva, de cuya unión nació Abel. Así desde un principio hubo dos linajes de gente en el mundo. Los engendrados por el luciferario espíritu de Samael y participantes de una semidivina naturaleza empapada de la dinámica energía marciana, que heredaron de su divino ascendiente, son agresivos, progresivos, dotados de grande iniciativa, pero rebeldes a todo freno de autoridad, tanto divina como humana. Este linaje de seres aborrece el aceptar nada por la sola fe, y propende a demostrarlo todo a la luz de la razón. Creen por las obras y no por la fe, y con su indomable valor e inextinguible energía han trasmutado la aridez de los desiertos del mundo en un jardín henchido de vida y belleza y tan ameno, que los hijos de Caín han olvidado el jardín del de Dios, el reino de los cielos desde donde los expulso el lunar dios Jehová, contra el que están constantemente en rebelión, porque los ató con el remolcador cordón umbilical. Han perdido la visión espiritual y están aprisionados en el cuerpo en cuya frente se dice que fue señalado Caín. Han de vagar como hijos pródigos en la relativa oscuridad del mundo material, olvidados de su alto y noble estado, hasta que encuentren la puerta del templo y soliciten recibir la Luz. Entonces, como francmasones o hijos de la luz, aprenderán los métodos de edificar un nuevo templo sin golpeteo de martillo, y cuando hayan aprendido podrán viajar por países extranjeros, para perfeccionarse en el arte. Significa esto que cuando el espíritu advierte que se halla lejos de su celestial morada; que es un pródigo que se alimenta de los insatisfactorios desperdicios del mundo material; que separado de su Padre está pobre, desnudo y ciego; cuando llama a la puerta de un templo místico como el de los Rosacruces y pide luz; cuando recibes las deseadas instrucciones después de aprobado por haber construido un cuerpo etéreo para el alma, un templo o casa eterna en los cielos, no con fábrica de manos ni con son de martillo, cuando esta casa cubre su desnudez, entonces el neófito recibe la palabra, el ábrete sésamo de los mundos interiores y aprende a viajar por los extranjeros países de los mundos invisibles. De allí se remonta el alma a las celestes regiones y se capacita para llegar a grados superiores bajo la más directa instrucción del Gran Arquitecto del Universo, que construyó los cielos y la tierra. Tal es el temperamento de los hijos de la viuda, heredado de su divino progenitor Samael e infundido por él en Caín. El pasado de los hijos de la viuda es una lucha contra las adversas condiciones y su hazaña es la victoria conseguida contra todas las fuerzas hostiles por el indomable valor y persistente esfuerzo que no lograron debilitar las temporáneas derrotas.
Por otra parte, mientras Caín, guiado por divina ambición, cultivaba el suelo para medrarán dos briznas de hierba donde sólo crecía una, Abel, la progenie humana de padres humanos, no experimentaba inquietud ni excitación alguna, pues era una criatura de Jehová por mediación de Adán y Eva, y se contentaba con apacentar los rebaños, también creados por Dios, y de ellos mantenerse y multiplicarlos sin trabajo ni iniciativa por su parte.
Esta dócil actitud placía sumamente al Dios Jehová,| que era en extremo celoso de sus prerrogativas como Creador. Así es que aceptaba cordialmente las ofrendas de Abel, obtenidas sin esfuerzo ni iniciativa, y desdeñaba las ofrendas de Caín, porque procedían de su propio instinto creador, semejante al de Jehová. Entonces Caín mató a Abel; más no por
ello exterminó a las dóciles criaturas de Jehová, porque dice el texto bíblico que Adán conoció a Eva, que parió a Seth, el cual tenía las mismas características de Abel y las trasmitió a sus descendientes, quienes hasta el día de hoy continúan esperándolo todo del Señor y viven por la fe y no por las obras.
Por ardua y enérgica aplicación al trabajo del mundo, los hijos de Caín habían adquirido mundanal sabiduría y temporal poder. Habían sido próceres de la industria y maestros en el arte de gobernar, mientras que los hijos de Seth, tomando al Señor por guía, llegaron a ser conducto o canal de la sabiduría divina y constituyeron el sacerdocio.
La animosidad entre Caín y Abel se ha perpetuado de generación en generación entre sus respectivos descendientes. No podía ser de otro modo, porque los hijos de Caín, como gobernantes temporales, aspiraban a realizar a realizar a la humanidad el bienestar físico por medio de la conquista del mundo material, mientras que los sacerdotes, en su papel de guías espirituales, excitaban a las gentes al abandono del malvado mundo, del valle de lágrimas y buscar consuelo en Dios.
Los hijos de Caín aspiran a formar operarios hábiles en el manejo de las herramientas con que puedan obtener sustento de la tierra de maldita por su divino adversario Jehová.
Los hijos de Seth producen maestros de la magia, hábiles en el uso de la lengua para invocaciones, y con el uso de la lengua obtienen de los trabajadores el sustento, y por ellos ruegan aquí en la tierra y después en el cielo.
Respecto al porvenir que aguardan a los hijos de Caín y sus adictos, es también elocuentísima la leyenda del templo. Dice, que de Caín descendieron Methusael, inventor de la escritura; Tubal-Caín, hábil artífice en metales; y Jubal, inventor de la música. Así tenemos que los hijos de Caín fueron los inventores de las artes e industrias. Por lo tanto, cuando Jehová escogió a Salomón, vástago de la raza de Seth, para que edificase una casa en su honor, la sublime espiritualidad de una dilatada estirpe de descendientes divinamente guiados, floreció en el proyecto del magnifico templo llamado Templo de Salomón, aunque Salomón sólo fue instrumento para llevar a cabo el divino plan revelado por Jehová a David. Pero Salomón era incapaz de dar forma concreta y material al proyecto, y así necesitó el auxilio de Hiram, rey de Tiro y descendiente de Caín, quien escogió a Hiram Abiff, el hijo de la viuda (según se llaman todos los francmasones a causa de la relación de su divino progenitor con Eva), por jefe de los operarios, pues en él se compendiaban y florecían las artes e industrias de cuanto hijos de Caín le habían precedido. Aventajaba a todos en habilidad de obra mundana, sin la cual el plan de Jehová hubiera sido siempre un divino sueño sin jamás concretarse en realidad. El mundano ingenio de los hijos de Caín era tan necesario para la construcción de este templo como el espiritual proyecto de los hijos de Seth; y por lo tanto, durante el período de construcción, ambos linajes mancomunaron sus fuerzas, encubriendo bajo superficial capa de amistad su íntima hostilidad.
Fue el primer intento de unión entre ellos, y si se hubiese realizado, de cierto cambiara desde entonces de muy material manera la historia del mundo.
Los hijos de Caín, como descendientes del ígneo Lucifer, eran muy diestro en el uso del fuego, y por medio de este elemento convirtieron en altares, vasos sagrados y jofainas los metales atesorados por Salomón y sus antecesores. Bajo la dirección de Hiram Abiff se construyeron columnas y los arcos sobre ellas. El grandioso edificio estaba ya casi terminado, cuando dispuso que se fundiera el “mar de bronce”, que había de ser el coronamiento y obra maestra de su labor. En la construcción de esta magna obra se manifestó la traición de los hijos de Seth y frustró el divino plan de reconciliación. Trataron de apagar el fuego empleado por Irma, con su natural arma el agua, y por poco lo consiguen.
Los incidentes que provocaron esta catástrofe, su significado y consecuencias se relatarán en el siguiente capítulo.

del libro "La Masonería y el Catolicismo" y "Cartas Rosacruces", de Max Heindel
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LA REINA DE SABA - en you tube -

Capitulo III


La leyenda masónica es voluminosa, circunstancial, vulgar y aún artificiosa y fantástica para el profano que no acierta a descubrir el importante significado subyacente en cada palabra; pero sólo expondremos los fragmentos relacionados con nuestro capital objeto y las explicaciones para enlazarlos.
Los sucesos que condujeron a la conspiración tramada contra el Gran Maestre Hiram Abiff, a que nos referíamos en el capítulo anterior, y que culminó en su asesinato, comenzaron con la llegada de la reina de Saba, atraída a la corte de Salomón por referencias de la maravillosa sabiduría de este monarca y el esplendor del templo en cuya construcción estaba empeñado. Dícese que llegó cargada de soberbios presentes y que desde un principio admiróle en extremo la sabiduría de Salomón. La misma Biblia, escrita con arreglo al criterio de las Jerarquías Jehovísticas, insinúa que la reina vio en la corte de Salomón a otro más gallardo, aunque nada concreta sobre el particular. El matrimonio de Salomón con la reina de Saba no llegó a consumarse, pues de lo contrario el nombre masón se hubiese desvanecido hace largo tiempo, y la humanidad en general fuera hoy hija sumisa de la iglesia dominante, sin opción ni albedrío ni prerrogativas. Tampoco podía casarse con Hiram so pena de quedar quebrantada la religión. Ha de esperar a desposarse con quien reúna las buenas cualidades de Salomón y de Irma y esté libre de sus flaquezas. Porque la reina de Saba simboliza la compleja alma de la humanidad, y al término de la obra de nuestra era o etapa evolutiva, el alma será la esposa; y Cristo, a quien San Pablo llama Sumo Sacerdote del orden de Melquisedec, desempañará el doble oficio de cabeza espiritual y temporal, será sacerdote y rey, en beneficio eterno de la humanidad en general que está ahora esclavizada a la iglesia o al Estado, pero en consciente o inconsciente espera el día de la emancipación simbolizada en el milenio, cuando descienda del cielo la maravillosa ciudad de la paz, la Nueva Jerusalén. Y cuanto más pronto se efectúe esta entrefusión, mejor será para el linaje humano. Por lo tanto, ya se intentó esta entrefusión en la época y en el lugar donde según la leyenda ocurrió el episodio del amor de Salomón y de Hiram. Allí las dos Ordenes iniciáticas se concertaron con el intento de realizar una definitiva unión simbolizada en el Mar de Bronce. Pro vez primera se intentó esta obra que no hubiera podido llevarse a cabo anteriormente, porque el hombre no estaba todavía lo bastante evolucionado; pero en este otro entonces parecía como si los combinados esfuerzos de los hijos de Seth y los hijos de Caín pudieran realizar la obra, y a no ser por el deseo que cada linaje tenía de quitarle al otro el afecto de la reina de Saba o alma de la humanidad, se hubiera conseguido una equitativa unión entre la Iglesia y el Estado y muy poderoso impulso recibiera con ello la evolución humana.
Sin embargo, tanto la Iglesia como el Estado estaban celosos de sus particulares prerrogativas. La Iglesia sólo admitía la unión bajo circunstancia de que había de mantener todo su antiguo dominio sobre la humanidad y asumir además el poder temporal. El Estado tenía análogas exigencias egoístas, y la reina de Saba o humanidad en general permanece
todavía célibe. La leyenda masónica relata en los siguientes términos la historia del intento y su fracaso.
Después que la reina de Saba hubo visto el suntuoso palacio de Salomón y hubo hecho sus exquisitos regalos de oro y obras de arte, quiso ver también el grandioso Templo, cuya construcción estaba, a punto de terminar.
Maravillóse mucho de la magnitud de la obra, pero le extrañó la aparente ausencia de operarios y el silencio reinante en aquel lugar, por lo que le suplicó a Salomón que llamara a los operarios para que ella pudiese ver a quienes habían labrado tal maravilla; pero aunque los palaciegos de Salomón obedecían el más leve deseo del monarca, y aunque el Dios Jehová había ordenado a Salomón que edificara el templo, los operarios no estaban sujetos a su autoridad, pues sólo obedecían a quien tenía La Palabra y El Signo. Por lo tanto, nadie acudió al llamamiento de Salomón, y la reina de Saba no pudo menos de inferir que tan maravillosa obra estaba construida por alguien superior a Salomón. En consecuencia, insistió la reina en ver y conocer al Rey de las Artes y a sus admirables operarios, con mucho pesar de Salomón, quien sentía haber desmerecido en la estimación
de la reina.
El templo de Salomón es nuestro sistema solar, que constituye la gran escuela de vida para nuestra evolucionante humanidad. Escritas están en las estrellas las líneas generales de su historia pasada, presente y futura, y todo normal entendimiento puede discernir su plan. En el esquema microcósmico, el templo de Salomón simboliza también el cuerpo humano donde el individualizado espíritu o ego evoluciona como evoluciona Dios en el universo. La obra del verdadero templo se lleva a cabo por fuerzas invisibles que actúan silentemente y edifican el templo sin golpeteos de martillo. Así como el templo de Salomón fue visible en todo su esplendor a la reina de Saba, así también se percibe fácilmente el trabajo de dichas fuerzas invisibles, tanto en el universo como en el hombre, pero se mantienen en el transfondo y actúan sin ostentación, ocultándose a todos los que no tienen el derecho de verlas ni de mandarlas.
La relación entre estas fuerzas naturales y la obra que realizan en el universo se comprenderá mejor con un ejemplo. Supongamos que un albañil desea construir una casa para habitarla. Escoge el terreno, acumula allí los materiales y después con las herramientas de su oficio comienza a echar los cimientos. Poco a poco se levantan las paredes, se tienden las techumbres, se completa el interior y se acaba el edificio. Supongamos también que durante todo el tiempo que estuvo trabajando, un perro ( que es un inteligente espíritu perteneciente a otra posterior oleada de vida evolucionante) vigilaba sus acciones y el procedimiento de construcción, viendo como iba edificando la casa hasta dejarla concluida. Pero el perro no comprende bien lo que el albañil está haciendo ni cual es su propósito.
Supongamos asimismo que el perro fuese incapaz de ver al albañil ni de oír el ruido del martillo y demás herramientas. En este caso se hallaría el perro respecto del albañil como la humanidad en general se halla con relación al Arquitecto del Universo y de las fuerzas que actúan bajo su mandato. El perro sólo podría ver entonces los materiales que uniéndose lentamente tomaban forma hasta terminar el edificio. También la humanidad ve el silente crecimiento de la planta, del ave y del bruto, pero es incapaz de comprender las causas de este crecimiento material y los cambios que ocurren en el universo visible, porque no ve el innumerable ejército de invisibles operarios que sigilosamente actúan en profundo silencio para producir tales resultados. Tampoco responden los invisibles operarios al llamamiento de quien no posee el signo y la palabra de poder, por muy alta posición que ocupe en el mundo.
Los clérigos ponderan siempre la necesidad de la fe, mientras que los estadistas dan mayor importancia y ponen toda su confianza en las obras.
Pero la fe manifiesta en obras es el supremo ideal de expresión.
La humanidad puede y debe admirar la elevación de sentimientos y la brillantez de la oratoria; pero cuando un Lincoln quebranta las cadenas que aherrojaban a una esclavizada raza, o un Lutero se rebela a favor de los oprimido espíritus de la humanidad y les asegura la libertad religiosa, la manifiesta acción de estos emancipadores revela una belleza d alma que no se advierte en quienes se remontan a las nubes, pero temen mancharse las manos en la obra del templo de la humanidad. Estos no son verdaderos constructores de templos y serían incapaces de inspirarse en la contemplación del maravilloso templo que describe Manson en El Sirviente en la Casa. El autor se llama Man-son, que puede significar que se considera Hijo del Hombre, aunque también puede significar “masón”, porque el siervo en la casa era asimismo constructor de templos.
Maravillosa intuición denota el autor del drama al trazar la escena en que su siervo, el operario enamorado de su obra, le habla al mundano clérigo, henchido de bajezas y tan vil como un sepulcro blanqueado, del templo que había construido. Este concepto es una joya mística, y la exponemos para meditación del lector.
“Me temo que no sea capaz de considerarlo en toda su esencial importancia.
Se ha de examinar bajo cierto aspecto y en determinadas condiciones.
Algunos no lo echarán de ver jamás. Debes comprender que no es esto un montón de piedras muertas e insignificante maderamen, sino que es COSA VIVA.
“Cuando entres en él oirás un son como el del canto de un pujante poema.
Escucha detenidamente y si tienes oídos notarás que está formado por los latidos de humanos corazones, por la inefable música de las almas de los hombres. Si tienes ojos veras al punto la iglesia, un espectacular misterio de muchas tintas y formas que saltan enhiestas del suelo a la cúpula, como obra de extraordinarios constructores.
“Sus columnas se yerguen cual membrudos torsos de héroes, y la suave carne de hombres y mujeres está modelada en sus recios e inexpugnables baluartes. En cada piedra angular sonríen rostros infantiles; sus arcos y tramos son las juntadas manos de los compañeros; y en las alturas y espacios están escritos los innumerables ensueños de todos los soñadores.
“Se está todavía construyendo, y a veces la obra adelanta en profunda obscuridad y otras veces en deslumbrante luz, ora bajo el peso de indecible angustia, ora entre estrépito de ruidosas carcajadas y heroicas aclamaciones como estampido del trueno. A veces, en el silencio de la noche, se puede oír el tenue martilleo de los compañeros que trabajan en la cúpula. Son los compañeros que han llegado a las alturas”.
Tal es el templo que está construyendo el masón místico, quien procura trabajar en el templo de la humanidad en general, pero como quiera que “cuando la rosa se engalana, ornamenta el jardín”, también aspira a cultivar sus cualidades espirituales, simbolizadas en el mar de bronce.
Salomón había ya pedido la mano de la reina de Saba, quien se la había otorgado, por lo que presintiendo el rey que si ella encontraba a Hiram Abiff podía mudársele el afecto, intentó consumar el matrimonio antes de satisfacer el deseo que la reina tenía de ver al Gran Maestre. Pero la reina se obstinaba en verle desde luego, porque presentía la grandeza del magistral artífice cuya habilidad había construido el maravilloso templo, y se sentía instintivamente impelida hacia aquel hombre de acción, como nunca le había conmovido la sabiduría de Salomón, en quien sólo hallaba la verbosidad de floridos discursos y altos ideales que era incapaz de realizar.
Por lo tanto la resistencia mostrada por Salomón en facilitarle la entrevista con Hiram Abiff acrecentó los anhelos e importunaciones de la reina de Saba, hasta el punto de que Salomón no tuvo más remedio que satisfacerle el deseo, y sí fue que de mal grado mandó en busca del Gran Maestre. Al presentarse Hiram Abiff, vió Salomón arder la llama del amor en los ojos de la reina y arraigaron en su corazón el odio y los celos; pero era demasiado sabio para delatar sus sentimientos. Desde aquel momento se estrelló contra las rocas de la envidia y el egoísmo el plan de reconciliación de los hijos de Seth con los hijos de Caín, que habían trazado las divinas Jerarquías.
Según la leyenda masónica, la reina de Saba solicitó entonces de Hiram Abiff que le mostrara los operarios del templo. El gran Maestre golpeó con su martillo una roca cercana de modo que brotaron chispas, y al signo del fuego unido a la palabra de poder, los operarios del templo se agruparon en torno de su Maestro en innumerable multitud, todos dispuestos y anhelosos de obedecer sus ordenes. Tan profundamente impresionó a la reina de Saba aquel espectáculo detonador del maravilloso poder de aquel hombre que determinó desdeñar a Salomón y ganar el corazón de Hiram Abiff.
Esto significa que cuando la humanidad echa de ver la impotencia de los clérigos o hijos de Seth, que todo lo esperan del favor divino, y se da cuenta de la pujanza y poderío de los gobernantes temporales, se inclina hacia éstos y deja lo espiritual por lo material. Esto desde el punto de vista o aspecto microcósmico del asunto.
En cuanto al punto de vista o aspecto macrocósmico, ya dijimos que el templo de Salomón simboliza el universo solar, y el Gran Maestre Hiram Abiff es el Sol que recorre los doce signos del Zodíaco, representando el místico drama de la leyenda masónica. En el equinoccio de primavera, el Sol deja el femenino, dócil y ácueo signo de Piscis, para entrar en el belicoso, marcial, enérgico e ígneo signo de Aries, el carnero o cordero, donde exalta su poderío. Llena el universo con un fuego creador del que inmediatamente se apoderan los millones de espíritus de la naturaleza que en bosques y marjales construyen el templo del adviniente año. Las fuerzas fecundantes aplicadas alas innumerables semillas que dormitan bajo el suelo, las germinan y llenan la tierra de lujuriosa vegetación, mientras otros
espíritus aparean a las aves y cuadrúpedos para que crezcan y se multipliquen y mantengan en estado normal la fauna de nuestro planeta.
Según la leyenda masónica, Hiram Abiff, el Gran Maestre, empleaba un martillo para llamar a sus operarios, y es muy significativo que el símbolo del signo Aries, en donde comienza esta maravillosa actividad creadora tenga la figura de un doble cuerno de carnero, semejante a un martillo.
También merece mención que en la antigua mitología escandinava los vanires o deidades del agua son vencidos por los asires o deidades del fuego. El martillo con que el escandinavo dios Thor arranca fuego del cielo tiene su analogía en el rayo de Júpiter. Los asires pertenecían como Hiram a la Jerarquía del Fuego, a los espíritus de Lucifer e Hijos de Caín que con su individual esfuerzo luchaban por lograr la maestría, y por lo tanto mantenían el ideal masculino, diametralmente opuesto al de la Jerarquía actuante en el plástico elemento Agua.
Hoy día, los templos de los hijos de Seth tienen junto a sus puertas el agua mágica, y todo el que entra ha de señalar con el letal líquido su frente, donde reside el espíritu. Su razón está ahogada en dogmas y sentencias y el ideal femenino está simbolizado en el culto de la Virgen María. La fe es el capital factor de su salvación y se fomenta la actitud de infantil y ciega obediencia.
Muy diferentes son los templos de los hijos de Caín, donde el candidato entra “pobre”, “desnudo” y “ciego”. Se le pregunta qué busca y si responde que la Luz, deber del Maestro es darle lo que pide y hacerle francmasón o hijo de la Luz. También tiene el Maestro el deber de enseñarle a trabajar, y para emulación se le presenta el ejemplo de Hiram Abiff, del Maestro Artífice, como masculino ideal. Se le enseña a que siempre esté dispuesto a razonar su fe. Según aprovecha en la obra, asciende grado tras grado y en cada uno de ellos recibe más luz. En los Misterios Menores hay nueve grados (3x3), y cuando el candidato transpone el noveno Arco, entra en el Santo de los Santos que constituye el portal de salida a más dilatados campos allende el alcance de la Masonería (1)
En adelanto y ascenso en la Masonería mística no depende del favor ni pueden otorgarse hasta que el candidato lo merece por haber acumulado el poder de adelantar, de la propia suerte que no es posible disparar una pistola hasta que este cargada. La iniciación no es más que el movimiento del gatillo, y consiste en enseñarle al candidato la manera de emplear sus acumulados poderes.
Entre los obreros del Templo hubo algunos que se figuraron merecer el ascenso a un grado superior sin haber acumulado el necesario poder, y, por lo tanto, Hiram Abiff no pudo iniciarlos, y como ellos eran incapaces de ver que las deficiencias estaban en ellos, se resistieron contra Hiram, como los desmesuradamente ambiciosos candidatos de hoy día menosprecian y desdeñan a un instructor espiritual que no puede darles inmediata iluminación e inducción en lo invisible porque todavía están comiendo en las “ollas de Egipto” y repugnan sacrificarse en el altar de la abnegación.
Los operarios descontentos entraron en una conjuración para estropear el mar de bronce, la obra maestra de Hiram.

(1) Para mayor dilucidación del asunto, remitimos al lector a los capítulos de la obra Concepto Rosacruz del Cosmos, que tratan de la Iniciación, de la Erupción Volcánica y del número 9.

del libro "La Masonería y el Catolicismo" y "Cartas Rosacruces", de Max Heindel